- El hallazgo puede servir para crear bacterias que 'limpian' el medio ambiente
- En manos equivocadas, también podría servir para fabricar armas biológicas
MADRID.- Craig Venter, padre del Proyecto Genoma Humano, acaba de fabricar en su laboratorio el primer genoma sintético de un organismo vivo. Esto es un ”hito” en la historia del hombre.
Venter y su equipo no han logrado (al menos, hasta hoy), no aún crear un organismo con vida de forma artificial, más sí que han dado el primer paso, para lograrlo en el futuro.
La especie elegida para esta filigrana científica es la bacteria 'Mycoplasma genitalium', el ser vivo con el genoma más pequeño de cuantos son capaces de reproducirse de forma independiente. La metodología seguida por los autores del trabajo, que se publica hoy en la revista 'Science', supone un alarde de tecnología, sólo posible en las todopoderosas y millonarias instalaciones científicas del Instituto Craig Venter en Rockville (Maryland, EEUU). La secuencia del genoma del 'M. genitalium' ya se conocía desde que el propio Venter la publicara hace algunos años. De manera que ya tenían un punto de partida. Lo complicado de la técnica utilizada comienza a partir de ahí.
En primer lugar, los científicos dividieron la secuencia completa, compuesta por 582.970 pares de bases o unidades básicas de ADN, en 101 pequeños trozos sin que ninguno de los cortes afectase a ningún gen. Así cada uno de ellos podía contener uno, dos o varios genes, pero se aseguraba la posibilidad de moverlos en futuras manipulaciones sin que ello afecte a ninguna función del organismo. Una vez hecho este trabajo intelectual, había que ponerse manos a la obra. Era necesario fabricar químicamente cada una de las 101 secuencias, unidad a unidad. El trabajo duro se lo encomendaron a dos bacterias muy usadas en los laboratorios de todo el mundo: la 'Escherichia coli', bacteria intestinal, presente en los animales, y 'Saccharomyces cerevisiae', levadura utilizada industrialmente en la fabricación del pan, cerveza y vino.
Ambos organismos son capaces de absorber en su propio genoma secuencias foráneas y unirlas en partes cada vez más grandes. De esta manera, con 'E. coli' para los trozos más pequeños y con 'S. cerevisiae' que admite secuencias mucho más grandes, finalmente lograron obtener el primer genoma fabricado por completo en el laboratorio.
Aplicaciones futuras
“El trabajo es interesantísimo y novedoso. Hay que tener en cuenta que a cada paso realizaban nuevas secuenciaciones, con la misma técnica que la usada en el Genoma Humano, sólo para comprobar que todo estaba saliendo bien. Todo un alarde de medios tecnológicos”, asegura el catedrático de genética de la Universidad de Alcalá, Nicolás Jouve.
Uno de los objetivos que persigue el equipo de Venter con esta investigación es conocer cuál es el contenido genético mínimo que necesita un organismo para desarrollar las funciones esenciales para vivir. Por ese motivo han escogido a la bacteria con el genoma más pequeño. Según aseguran en el trabajo, esta técnica supone un primer paso para alcanzar esa meta en el futuro. Sólo es necesario ir quitándole genes y probar si sigue siendo funcional.
Las implicaciones biotecnológicas de esta técnica son enormes. Los propios autores buscan el diseño de bacterias que permitan limpiar vertidos tóxicos, fabricar biocarburantes o capturar y secuestrar el CO2, como algunos de los posibles usos de esta nueva técnica en el futuro.
La parte mala es que si cayera en manos equivocadas, la técnica de Venter bien que podría utilizarse para fabricar armas biológicas mortíferas. "Sin duda, estamos en el filo de navaja. Si somos capaces de realizar modificaciones genéticas para bien, también podríamos utilizarlas para crear agentes patógenos utilizables en una guerra bacteriológica", advierte el profesor Jouvé.
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