El hábito de la siesta parece ser saludable, ya que el cerebro hace una breve pausa, luego del trabajo realizado por la mañana, para así poder continuar coordinando y manteniendo la atención por la tarde. Las características que debe tener este periodo de descanso, para que no sea molesto, ni altere el sueño nocturno son:
Descansar un poco después de la comida, es una costumbre bastante antigua, y que generalmente se asocia a las naciones herederas de la cultura grecolatina, aunque ella es practicada por muchos otros pueblos.
Nadie pone en duda que el sueño ocupa un lugar relevante dentro de nuestra calidad de vida, e influye en nuestro estado de salud, los médicos nos repiten continuamente lo importante que es dormir lo suficiente. Pero, independientemente de que se procure tener las horas de descanso nocturno adecuadas, aproximadamente al mediodía, el cuerpo delata cierta somnolencia. ¿A qué se debe?
Aunque muchas personas consideran que esto es una consecuencia del proceso digestivo, especialistas en trastornos del sueño sostienen que en realidad el cerebro del ser humano pide un momento de descanso que llega, efectivamente, un par de horas después de iniciada la tarde. Asimismo, aclaran que una comida pesada, lo único que hace es acentuar esta necesidad corporal, y que para tratar de contrarrestar este hecho, se recurre al consumo de bebidas estimulantes después de comer, tales como el café o el té.
Muchas personas se preguntan, si ésta añeja costumbre, es sana, porque hay ocasiones en que después de practicarla, se experimenta malhumor y cansancio (modorra), y también tienen sus dudas las personas de la tercera edad, pues aunque llegan a encontrar que esta práctica les es muy placentera, no les brinda el descanso necesario, sobretodo después de tener una serie de noches de insomnio.
Evidencia científica
Descansar un poco después de la comida, es una costumbre bastante antigua, y que generalmente se asocia a las naciones herederas de la cultura grecolatina, aunque ella es practicada por muchos otros pueblos.
Nadie pone en duda que el sueño ocupa un lugar relevante dentro de nuestra calidad de vida, e influye en nuestro estado de salud, los médicos nos repiten continuamente lo importante que es dormir lo suficiente. Pero, independientemente de que se procure tener las horas de descanso nocturno adecuadas, aproximadamente al mediodía, el cuerpo delata cierta somnolencia. ¿A qué se debe?
Aunque muchas personas consideran que esto es una consecuencia del proceso digestivo, especialistas en trastornos del sueño sostienen que en realidad el cerebro del ser humano pide un momento de descanso que llega, efectivamente, un par de horas después de iniciada la tarde. Asimismo, aclaran que una comida pesada, lo único que hace es acentuar esta necesidad corporal, y que para tratar de contrarrestar este hecho, se recurre al consumo de bebidas estimulantes después de comer, tales como el café o el té.
Muchas personas se preguntan, si ésta añeja costumbre, es sana, porque hay ocasiones en que después de practicarla, se experimenta malhumor y cansancio (modorra), y también tienen sus dudas las personas de la tercera edad, pues aunque llegan a encontrar que esta práctica les es muy placentera, no les brinda el descanso necesario, sobretodo después de tener una serie de noches de insomnio.
Evidencia científica
La siesta (muy extendida en Europa), pero de una manera contraria a lo generalmente pensado, el país donde tiene mayor aceptación no es precisamente latino. En efecto, un estudio estadístico del Instituto para la Investigación del Sueño y la Medicina de Regensburg (Alemania), efectuado en cinco países del "viejo continente", demostró que prácticamente 1 de cada 4 alemanes tiene el hábito de descansar después de comer.
La encuesta, respondida por 19 mil personas, sorprendió a los investigadores, ya que no esperaban que los germanos fueran los más apegados a la cultura de la siesta, por delante de italianos (16%), ingleses (15%), españoles (9%) y portugueses (8%). Más encuentran una explicación en que los horarios de trabajo impuestos en Alemania, obligan a los ciudadanos a levantarse muy temprano, incluso antes de las seis de la mañana, y por ello el cerebro les exige un poco de reposo.
Al conocer estos resultados, la Universidad de Regensgurg, llevó a cabo otro estudio, tomando como escenario a la pequeña ciudad Vechta, al suroeste de Hamburgo (Alemania), pero ahora para conocer el efecto de la siesta en el rendimiento. Esta segunda investigación, consistió en otorgar a los trabajadores de algunas compañías de la localidad, la oportunidad de descansar durante 20 minutos en la oficina, o bien salir a relajarse, de alguna manera, después de la hora de comida.
Los empleados, que en un principio acogieron la medida con cierta duda, comenzaron a aumentar su rendimiento semanas después de aplicada la nueva política. La conclusión a la que se llegó es que el reposo luego del mediodía, mejora el rendimiento intelectual, las capacidades de concentración, atención y reacción, así como la alerta cerebral. Así, se concluyó que este descanso reactiva el estado de alerta al grado de que los índices de accidentes y errores cometidos por falta de reposo disminuyen.
Por su parte, otro sencillo estudio del Centro para la Investigación del Sueño en la Universidad Loughborough (Inglaterra), confirma las conclusiones de los germanos. Tras darse a la labor de recopilar estadísticas en Gran Bretaña, se estableció que la mayoría de los accidentes de tránsito, ocurren entre las 2 y las 5 de la tarde, por lo cual los especialistas consideraron que, cuando el sueño asalta a un conductor, lo mejor es estacionarse y tomar una siesta, la cual puede salvar su vida y, la de los demás.
No es extraño entonces que cada vez sean más las empresas europeas que han incorporado los beneficios de la siesta y, para ello, en muchas se han habilitado secciones para que los empleados puedan relajarse en cómodos sillones. Se están volviendo populares las salas de descanso o "nap lounges", en tanto que es cada vez más común la creación de salas de televisión en posadas y fondas, instaladas a un lado de las carreteras para que los camioneros descansen y repongan fuerzas.
Cabe mencionar que otras investigaciones, han concluido que las pesadillas o episodios de terror nocturno en los niños, pueden deberse a alto grado de cansancio, por lo que muchos pequeños con este problema se benefician al adoptar la costumbre de dormir diariamente después de la comida.
Se ha encontrado que la siesta, es tan importante en los primeros años de vida, como lo es el sueño nocturno, y que a medida que el infante crece, el tiempo de la siesta se reduce. En términos generales, al cumplir el primer año un niño dormirá entre 1 y 2 horas después de la comida; hacia los dos años, lo normal es que el descanso dure una hora y media, aproximadamente, mientras que al llegar al tercer año, ya se reduce el tiempo a una hora. Es importante que, para lograr buenos resultados, esta práctica se lleve a cabo más o menos siempre a la misma hora todos los días.
La mejor siesta
La encuesta, respondida por 19 mil personas, sorprendió a los investigadores, ya que no esperaban que los germanos fueran los más apegados a la cultura de la siesta, por delante de italianos (16%), ingleses (15%), españoles (9%) y portugueses (8%). Más encuentran una explicación en que los horarios de trabajo impuestos en Alemania, obligan a los ciudadanos a levantarse muy temprano, incluso antes de las seis de la mañana, y por ello el cerebro les exige un poco de reposo.
Al conocer estos resultados, la Universidad de Regensgurg, llevó a cabo otro estudio, tomando como escenario a la pequeña ciudad Vechta, al suroeste de Hamburgo (Alemania), pero ahora para conocer el efecto de la siesta en el rendimiento. Esta segunda investigación, consistió en otorgar a los trabajadores de algunas compañías de la localidad, la oportunidad de descansar durante 20 minutos en la oficina, o bien salir a relajarse, de alguna manera, después de la hora de comida.
Los empleados, que en un principio acogieron la medida con cierta duda, comenzaron a aumentar su rendimiento semanas después de aplicada la nueva política. La conclusión a la que se llegó es que el reposo luego del mediodía, mejora el rendimiento intelectual, las capacidades de concentración, atención y reacción, así como la alerta cerebral. Así, se concluyó que este descanso reactiva el estado de alerta al grado de que los índices de accidentes y errores cometidos por falta de reposo disminuyen.
Por su parte, otro sencillo estudio del Centro para la Investigación del Sueño en la Universidad Loughborough (Inglaterra), confirma las conclusiones de los germanos. Tras darse a la labor de recopilar estadísticas en Gran Bretaña, se estableció que la mayoría de los accidentes de tránsito, ocurren entre las 2 y las 5 de la tarde, por lo cual los especialistas consideraron que, cuando el sueño asalta a un conductor, lo mejor es estacionarse y tomar una siesta, la cual puede salvar su vida y, la de los demás.
No es extraño entonces que cada vez sean más las empresas europeas que han incorporado los beneficios de la siesta y, para ello, en muchas se han habilitado secciones para que los empleados puedan relajarse en cómodos sillones. Se están volviendo populares las salas de descanso o "nap lounges", en tanto que es cada vez más común la creación de salas de televisión en posadas y fondas, instaladas a un lado de las carreteras para que los camioneros descansen y repongan fuerzas.
Cabe mencionar que otras investigaciones, han concluido que las pesadillas o episodios de terror nocturno en los niños, pueden deberse a alto grado de cansancio, por lo que muchos pequeños con este problema se benefician al adoptar la costumbre de dormir diariamente después de la comida.
Se ha encontrado que la siesta, es tan importante en los primeros años de vida, como lo es el sueño nocturno, y que a medida que el infante crece, el tiempo de la siesta se reduce. En términos generales, al cumplir el primer año un niño dormirá entre 1 y 2 horas después de la comida; hacia los dos años, lo normal es que el descanso dure una hora y media, aproximadamente, mientras que al llegar al tercer año, ya se reduce el tiempo a una hora. Es importante que, para lograr buenos resultados, esta práctica se lleve a cabo más o menos siempre a la misma hora todos los días.
La mejor siesta
Debido a que la evidencia obtenida por estos y más trabajos similares, permiten concluir que la siesta es una práctica adecuada, ¿por qué entonces llega a generar somnolencia y mal humor?
La respuesta, dicen los especialistas, es que el descanso prolongado, en horario diurno, hace que la persona se adentre en una etapa más profunda del dormir, conocida como de movimiento ocular rápido (MOR, también conocido como REM, por sus siglas en inglés) y entonces, ya no resulta tan fácil despertar.
A medida que las fases del sueño avanzan, se va generando un bloqueo normal en la recepción de la información proveniente de los sentidos, de modo que relajarse es más sencillo; a esto se suma una natural parálisis muscular, que impide que representemos aquello que soñamos (correr, brincar, mover brazos y manos). Ambos fenómenos, son más intensos en cuanto se reposa por más de 40 minutos, y es por eso que despertar luego de este periodo se genera desorientación y algunas veces malestar.
De ahí que los especialistas en trastornos del sueño, sugieran que el descanso, tomado aproximadamente 10 o 15 minutos después de comer, pero que debe durar alrededor de media hora, pues un sueño más largo, puede producir lo contrario a lo que se busca, es decir, genera más somnolencia, mayor dificultad de concentración y ante todo la sensación de no haber descansado.
Un hecho similar padecen las personas de la tercera edad, sólo que en ellos el fenómeno puede volverse crónico, generando insomnio durante la noche y una alteración considerable de su ciclo de sueño-vigilia, dando lugar al problema conocido como "trastorno del ritmo circadiano".
El sueño es mucho más frágil en los adultos mayores, de modo que suelen pasar noches en vela sin encontrar la forma de descansar. Al llegar el día, su cansancio es tal que inevitablemente duermen, sólo que lo hacen durante tiempo muy prolongado. Así, aunque al despertar se sientan descansados, llega la hora comúnmente establecida para dormir y, de nuevo, sufren insomnio, pero cada vez más pronunciado, logrando dormir ya en las altas horas de la madrugada, creando así un círculo vicioso, en el que su horario se modifica respecto a lo que sus actividades y gustos sugerirían como razonable.
La respuesta, dicen los especialistas, es que el descanso prolongado, en horario diurno, hace que la persona se adentre en una etapa más profunda del dormir, conocida como de movimiento ocular rápido (MOR, también conocido como REM, por sus siglas en inglés) y entonces, ya no resulta tan fácil despertar.
A medida que las fases del sueño avanzan, se va generando un bloqueo normal en la recepción de la información proveniente de los sentidos, de modo que relajarse es más sencillo; a esto se suma una natural parálisis muscular, que impide que representemos aquello que soñamos (correr, brincar, mover brazos y manos). Ambos fenómenos, son más intensos en cuanto se reposa por más de 40 minutos, y es por eso que despertar luego de este periodo se genera desorientación y algunas veces malestar.
De ahí que los especialistas en trastornos del sueño, sugieran que el descanso, tomado aproximadamente 10 o 15 minutos después de comer, pero que debe durar alrededor de media hora, pues un sueño más largo, puede producir lo contrario a lo que se busca, es decir, genera más somnolencia, mayor dificultad de concentración y ante todo la sensación de no haber descansado.
Un hecho similar padecen las personas de la tercera edad, sólo que en ellos el fenómeno puede volverse crónico, generando insomnio durante la noche y una alteración considerable de su ciclo de sueño-vigilia, dando lugar al problema conocido como "trastorno del ritmo circadiano".
El sueño es mucho más frágil en los adultos mayores, de modo que suelen pasar noches en vela sin encontrar la forma de descansar. Al llegar el día, su cansancio es tal que inevitablemente duermen, sólo que lo hacen durante tiempo muy prolongado. Así, aunque al despertar se sientan descansados, llega la hora comúnmente establecida para dormir y, de nuevo, sufren insomnio, pero cada vez más pronunciado, logrando dormir ya en las altas horas de la madrugada, creando así un círculo vicioso, en el que su horario se modifica respecto a lo que sus actividades y gustos sugerirían como razonable.
Por ello, se aconseja que las personas de la tercera edad observen cuidadosamente la norma de NO prolongar la siesta más allá de 30 minutos, y se les sugiere que siempre que la siesta afecte su rendimiento y sueño nocturno, acudan al especialistas en trastornos del sueño, para conocer la mejor manera de realizar esta práctica, o incluso, para determinar la conveniencia de seguir llevándola a cabo.
En conclusión, para obtener beneficios de la siesta, sin riesgos, conviene tener en cuenta, de acuerdo a los especialistas, algunos aspectos:
1. La siesta puede ser practicada por todo individuo que lo crea conveniente, pero NO por más de media hora.
2. El reposo a media tarde, es especialmente benéfico para bebés y niños.
3. No se aconseja esta costumbre en personas que padecen insomnio o tienen problemas con los ciclos sueño-vigilia (como los trabajadores nocturnos), a menos de que un especialista lo indique, detallando las características del descanso.
4. La duración ideal de la siesta es media hora, aunque para algunos 10 minutos pueden ser suficientes.
Sobrepasar 40 minutos de siesta distorsiona los efectos positivos de este hábito, porque se entra en sueño profundo del que cuesta trabajo despertar.
5. Para reposar, es mejor emplear un sofá o silla que tenderse en la cama; así se asegura una duración más cercana a la ideal aconsejada por los expertos.
6. Las mujeres embarazadas pueden recurrir a este hábito sin problemas ni indicaciones especiales.
Por último, considere que una siesta no es pérdida de tiempo, sino un hábito sano que, contribuye a mejorar el rendimiento y que reduce los riesgos a los que nos exponemos en nuestras actividades laborales y cotidianas, ya que con ella mejora nuestra agudeza mental.
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