Peter Burkill, el fotogénico héroe de Heathrow
LONDRES.- Uniforme, gorra de plato y rostro inalterable. Peter Burkill logró este jueves que su avión aterrizara sin electricidad y con dos motores defectuosos. La aeronave perdió el tren de aterrizaje y se salió de la pista, pero nadie murió y sólo hubo un puñado de pasajeros con heridas leves. Burkill logró además otro de sus objetivos: evitar las zonas habitadas que sobrevolaba el avión cuando la tripulación percibió los primeros problemas.
El accidente provocó caos en el tráfico aéreo del Reino Unido. Heathrow se cerró temporalmente y algunos vuelos se desviaron a otros aeropuertos de Londres.
El Reino Unido es un país adicto a los héroes y Burkill lo tiene todo. Fotogenia, mirada recia y desprendimiento. Porque lo primero que hizo Burkill fue quitarse importancia: "Volar es algo que tiene que ver con el trabajo en equipo y nosotros teníamos un impresionante equipo a bordo". Se refería al resto de la tripulación, pero especialmente a la sobrecargo y a su copiloto, que le guardaban las espaldas mientras leía su comunicado en la sede de Heathrow de British Airways.
Interrumpido constantemente por los aplausos de los empleados de la aerolínea, Burkill reveló que había sido su copiloto John Coward y no él quien estaba a los mandos de la aeronave en la última fase del aterrizaje forzoso y quien logró completar con éxito la maniobra.
De todas formas, es demasiado tarde para que Burkill se libre de su pedazo de gloria. Los tabloides le saludaban esta mañana como a un titán del aire y el 'Daily Mirror' pedía para él "una medalla más grande que una sartén".
Él no hizo, sin embargo, ni una sola concesión a la autocomplacencia. Elogios para la tripulación -"quién llevó a cabo la evacuación con rápidez, eficiencia y mucho cuidado"- y para los pasajeros, "en todo momento estuvieron tranquilos y relajados". Y ni un solo comentario sobre la investigación, que analizará las verdaderas causas del accidente.
Apenas se repuso del susto, Burkill se llevó a la tripulación a cenar curry. Tiene 43 años y casi 20 de experiencia. Está casado, vive en Worcester y tiene tres hijos pequeños. Una de sus vecinas se confesaba esta mañana en los periódicos: "Es realmente guapo, tiene todo lo que una puede imaginar en un piloto. Es apuesto y muy tranquilo. Habló un día conmigo, porque le tengo miedo a volar, y la verdad, si hay una persona que uno querría al cargo de ese avión, es él".
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