enero 22, 2008

El aislamiento en el ser humano

Un experimento en la BBC trata de mostrar los efectos de la deprivación sensorial
Los voluntarios sufrieron alucinaciones visuales y auditivas

MADRID.- Seis voluntarios. Unas habitaciones completamente vacías. Y 48 horas por delante, aislados totalmente del mundo exterior. Éste es un nuevo experimento televisivo del canal británico BBC-2 que pretende explorar los efectos que tiene en el cerebro humano la falta absoluta de estímulos sensoriales. Como la que sufren algunos secuestrados o prisioneros de guerra, tal como comparan los creadores del 'show'.

Tres de los voluntarios fueron encerrados durante dos días en una habitación completamente a oscuras, insonorizada. El resto, además, se sometió a un aislamiento sensorial aún mayor, mediante gafas que les impedían ver y unos manguitos acolchados en los brazos que limitaban su sentido del tacto.

Al frente de esta experiencia, que se ha grabado en un búnker nuclear abandonado, se encuentra el profesor Ian Robbins, uno de los especialistas que ha atendido a varios ex prisioneros británicos a su regreso de la base militar de Guantánamo. Este experto de la Universidad de Surrey, que por razones de seguridad no muestra su rostro durante toda la emisión, supervisó a los seis participantes durante las 48 horas que fueron vigilados por las cámaras de la BBC.

Sábanas mojadas y montañas de ostras
Según relata este psicólogo, dos de los encerrados pasaron la mayor parte del tiempo durmiendo, aunque en el resto de los casos, los efectos del encierro no tardaron en aparecer. Una de las jóvenes, por ejemplo, llegó a convencerse de que las sábanas de su cama estaban mojadas, aunque ella misma comprobaba que no era así. Tres de los participantes sufrieron además graves alucinaciones visuales y auditivas (veían serpientes, cebras o montañas de ostras, según el caso) y, en general, todos comenzaron a pasear intranquilos por la habitación a partir de la segunda jornada. "Como rebaño encerrado".
"Cuando el cerebro no recibe estímulos es capaz de crear su propia realidad"

"Este tipo de experimentos nos demuestran que cuando al cerebro se le cortan las vías con el exterior de los impulsos normales que recibe, a través de sus sentidos, es capaz de crear su propia realidad, fenómeno que solemos ver en algunos pacientes con lesiones de la vista o del propio cerebro, que pese a no poder ver nada físicamente, sí que pueden "ver" flores o agua a su alrededor".

La emisión, recuerda a algunos de los experimentos sobre los efectos psicológicos y neurológicos del aislamiento sensorial, que dejaron de hacerse hace cuarenta años por razones éticas y más ha despertado de nuevo la polémica alrededor de estos métodos, y de sus efectos.

Experimentos bélicos
Precisamente, los estudios sobre la llamada deprivación sensorial comenzaron en la década de los cincuenta, durante la guerra de Corea, en la que los prisioneros norteamericanos eran encerrados en cámaras de aislamiento con el objetivo de 'lavarles el cerebro'. Desde entonces, el tema se ha estudiado tanto en modelos animales, como con niños aislados o separados de sus padres desde sus primeros días de vidas, así como con ancianos solitarios. En los últimos tiempos, el tema ha vuelto a cobrar actualidad ante las sospechas de que este tipo de prácticas se llevan a cabo en el campo de prisioneros de Guantánamo.

"Habría que distinguir bien entre la llamada deprivación sensorial y el aislamiento social", apunta Porta, "y aunque tienen consecuencias diferentes, ambos demuestran que somos seres sociales y cuando perdemos nuestros puntos de referencia habituales, pueden aparecer ideas paranoicas, pensamientos suicidas...".

Este tipo de encierros también puede provocar síntomas físicos en el organismo, tales como dolores, malestar...

Aunque como añade por su parte otro psicólogo , se trata de "algo muy experimental, difícil de resistir por los sujetos que se someten a esta prueba". En algunos casos anteriores se han visto, según describe este especialista, múltiples síntomas somáticos derivados del encierro: "como malestar general, vómitos, dolores, etc...". A su juicio, estas pruebas demuestran que la deprivación sensorial provoca cambios psicofisiológicos en el cerebro, que también produce cambios "en el modo de relacionarse consigo mismo, sea sobre su propio cuerpo, así como también sus relaciones con los demás".

Algunas facultades alteradas
A pesar de que los especialistas consideran que la breve duración de este encierro televisivo (sobre todo si se compara con otras experiencias reales, que fueron mucho más traumáticas) es clave para que los voluntarios no sufran secuelas a largo plazo, aunque los seis sí que experimentaron algunos trastornos psicológicos a la salida.

El profesor Robbins comprobó por ejemplo, que la memoria de uno de ellos, cartero de profesión, se redujo hasta un 36%. Los cuatro participantes varones, uno de ellos cómico, se mostraron más sensibles a su salida del experimento; aunque curiosamente no les ocurrió lo mismo a las dos mujeres. Final y curiosamente, todos tuvieron dificultades para recordar alguna palabra que empezase por la letra F.

El psicólogo británico considera que estos efectos, incluso transcurrido un aislamiento tan breve, pueden deberse a que las ramificaciones de las células nerviosas encargada de transmitir los estímulos (las dendritas) pierden su capacidad para 'conectarse' unas con otras si no se estimulan de manera constante y permanente.

"El cerebro es un increíble procesador de información", justifica Robbins, "pero en ausencia de estímulos externos, éste genera sus propios datos, sus propias imágenes; que explicarían el porqué de las alucinaciones y de la visión alterada de la realidad que experimentan estas personas". El documental de la BBC se completa con los testimonios de dos británicos que permanecieron encerrados durante largos períodos de tiempo, uno de ellos nada menos que 18 años. "En definitiva, la socialización constituye algo solidario y cercano, que favorece la normalización de nuestro funcionamiento cerebral".

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