Las aves son indicadores infalibles de la salud de los ecosistemas. La bióloga norteamericana Rachel Carson (1907-1964) ya lo advirtió en su libro “Primavera Silenciosa”. Los pesticidas clorados estaban acabando con aves e insectos, y dejando tras de sí el estremecedor silencio de un campo sin pájaros. Su denuncia pionera la convirtió en una perseguida por la industria química, pero el tiempo acabó dándole la razón... cuando ella ya había muerto.
Ya se llevan bastantes años comprobando los cambios en las costumbres migratorias de algunas especies, pero ahora nos llega una nueva advertencia importante, desde el mundo de la ornitología: la futura distribución de especies de ave típicas de Europa se desplazará en promedio casi 550 kilómetros hacia el nordeste para finales de este siglo y se reducirá de media en un 20% respecto a su extensión actual debido al cambio climático.
Es decir, los cambios en el clima están teniendo un impacto directo sobre la distribución y el territorio de las aves. Algunas especies como el urogallo, están condenadas a desparecer. Otras como el águila imperial o la avutarda sufrirán gravemente los efectos de estos cambios, y se verán severamente amenazadas.
Para la realización de su estudio se han tomado en cuenta tres variables climáticas fundamentales: la calidez del clima (medida por el número medio de días por encima de 5ºC), el frío del invierno (temperatura media del mes más frío) y disponibilidad de agua (medida por la relación entre evapotranspiración real y potencial).
Es evidente que las cigüeñas ya no llegarán por donde acostumbran, esto requiere tomar medidas urgentes para reducir las emisiones de CO2...
Ya se llevan bastantes años comprobando los cambios en las costumbres migratorias de algunas especies, pero ahora nos llega una nueva advertencia importante, desde el mundo de la ornitología: la futura distribución de especies de ave típicas de Europa se desplazará en promedio casi 550 kilómetros hacia el nordeste para finales de este siglo y se reducirá de media en un 20% respecto a su extensión actual debido al cambio climático.
Es decir, los cambios en el clima están teniendo un impacto directo sobre la distribución y el territorio de las aves. Algunas especies como el urogallo, están condenadas a desparecer. Otras como el águila imperial o la avutarda sufrirán gravemente los efectos de estos cambios, y se verán severamente amenazadas.
Para la realización de su estudio se han tomado en cuenta tres variables climáticas fundamentales: la calidez del clima (medida por el número medio de días por encima de 5ºC), el frío del invierno (temperatura media del mes más frío) y disponibilidad de agua (medida por la relación entre evapotranspiración real y potencial).
Es evidente que las cigüeñas ya no llegarán por donde acostumbran, esto requiere tomar medidas urgentes para reducir las emisiones de CO2...
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