En el siglo XIX, se catalogaron 7.100 variedades de manzana en Estados Unidos. Hoy, han desaparecido 6.800. China contaba, a mediados del siglo pasado, con 8.000 tipos de arroz. En sólo dos décadas, se perdieron todos excepto 50. Una extinción es siempre, como mínimo, una irreparable pérdida para la curiosidad humana: nunca volveremos a ver nada igual. Pero, cuando desaparecen cultivos, las consecuencias pueden ser nefastas.
Una guerra nuclear, una plaga, un desastre natural o cualquier otra catástrofe podría arrasar las plantaciones que nos alimentan y provocar terribles hambrunas. Si llega ese momento, necesitaremos muestras de reserva que hayan quedado a buen recaudo, de las que tendríamos que echar mano para reanudar las actividades agrícolas. El Gobierno de Noruega parece haber hallado, entre sus desoladas tierras del Ártico, el refugio ideal contra todo ataque: el interior de una montaña en una isla junto al Polo Norte.
El refugio, llamado Cámara Global de Semillas de Svalbard y situado junto a la localidad de Longyearbyen, ha sido ya bautizado por la prensa como Arca de Noé o cripta del día del juicio, porque a ella acudiremos si las cosas se ponen feas. Noruega ha gastado cinco millones de dólares en construir la instalación, que guardará las muestras a 18ºC bajo cero.
El permafrost (suelo permanentemente helado) que cubre el archipiélago de Svalbard, a escasos 1.000 kilómetros del Polo Norte geográfico, se encuentra en la actualidad a unos cinco grados bajo cero, pero si las condiciones climáticas de la zona cambiaran en un futuro cercano, las semillas aún quedarían a salvo en el interior del refugio.
"Hemos realizado un montón de simulaciones informáticas para determinar el enfoque óptimo y hemos encontrado una forma muy efectiva, y especialmente eficiente desde el punto de vista energético, de establecer unas condiciones de frío fiables dentro de la cámara", asegura Magnus Bredeli Tveiten, responsable del proyecto desde el Departamento de Obras Públicas de Noruega.
Adaptarse al cambio
"Creemos que el diseño de la instalación asegurará que las semillas permanezcan bien preservadas incluso si fuerzas como el cambio climático elevan las temperaturas afuera", añade Tveiten.
Los científicos que participan en el proyecto, encabezados por el biólogo Cary Fowler, también se muestran de acuerdo en que los vaivenes del clima representan más grave amenaza, de entre las muchas imaginables, para las semillas del mundo.
"El cambio climático es un desafío que no tiene precedentes hitóricos. Los bancos de semillas contienen el recurso absolutamente esencial para permitir que los cultivos y la agricultura se adapten al cambio climático. Sin diversidad de cultivos, ni los cultivos ni tampoco la gente se adaptarán con éxito al cambio climático", indica Fowler, catedrático de la Universidad de Ciencias de la Vida de Noruega y director ejecutivo de Global Crop Diversity Trust, la entidad que gestiona la colección de Svalbard.
En la actualidad, existen unos 1.400 bancos de semillas desperdigados por el mundo, y la función del noruego será el de aglutinar las muestras contenidas en todos ellos. En el momento de su inauguración, que está prevista para el mes que viene, el banco contará con 250.000 muestras distintas de semillas, pero esta cifra pronto crecerá. La capacidad máxima del refugio es de cuatro millones y medio de semillas.
"Los cultivadores e investigadores irán primero a otros bancos de semillas para obtener los recursos que necesitan. Si aquellos bancos pierden los recursos que están duplicados en Svalbard, entonces podrán obtener una copia de repuesto de Svalbard para reemplazar a las variedades que han muerto o han sido destruidas", explica Fowler.
Más de 100 países apoyan el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos, impulsado por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de Naciones Unidas y que da cobertura legal al refugio de Svalbard. Varias instituciones privadas han donado dinero para el pruyecto, empezando por la Fundación Bill Gates, con 30 millones de dólares.
En el último siglo, nuestra especie ha reducido en un 75% las variedades agrícolas que cultiva. Esta pérdida de biodiversidad significa que tendremos mucho menos material genético al que acudir para reestablecler la agricultura en caso de una catástrofe. A partir de ahora, Svalbard guardará en el corazón del hielo toda la pluralidad de semillas que se está perdiendo en los campos.
Variedad biológica
Las distintas especies de cultivos se han adaptado a distintas condiciones. Un tipo de trigo puede dar poco grano, por ejemplo, pero resistir bien el frío o la sequía. Los agricultores han seleccionado y perfeccionado las variedades más ventajosas, lo que significa que cada vez se puede alimentar a un mayor número de personas pero también hay mucha menos diversidad genética. Los bancos de semillas son el último refugio de esta irremplazable riqueza.