febrero 15, 2008

Derribarán el satélite dañado

Oficiales norteamericanos confirman que abatirán el satélite dañado

WASHINGTON - El pentágono planea demoler el satélite espía dañado, el cual pesa 2.5 toneladas, y lo harán durante las próximas semanas, antes de que se desplome de su órbita, porque el combustible del cohete que lleva consigo podría ser peligroso para algunas poblaciones.

Funcionarios del pentágono lo han señalado así, el pasado jueves. La operación será realizada por una nave de la Marina de Guerra que disparará un misil modificado especialmente para la tarea, que se asemejará a lanzar la cabeza nuclear de un misil balístico, cuando el satélite comience a reingresar a la atmósfera.

El presidente Bush ordenó a los militares derribar este satélite, porque "hay posibilidades de matar o de lesionar seres humanos. a pesar que ese riesgo esté asociado normalmente a la caída de los satélites y de otros objeto espaciales, si es que podemos decirlo de esa manera," dijo el Consejero de Seguridad Nacional, James Jeffrey.

El General James Cartwright del Estado Mayor Conjunto, del Cuerpo de la Marina, dijo que hay "una ventana de la oportunidad" para poder derribar el satélite antes de que se incorpore la atmósfera terrestre, ventana que, estará abierta dentro de los tres o cuatro días próximos y que durará abierta unos siete u ocho días como máximo. Si el primer tiro fallara, habrá suficiente tiempo para hacer un segundo intento, antes de que el satélite se incorpore la atmósfera terrestre, ya después será imposible darle con un disparo, debido a las perturbaciones atmosféricas, así lo ha dicho el general. Si el satélite no puede ser interceptado, caerá fuera de control, en la atmósfera, a principios del próximo marzo.

Durante la era espacial, muchos satélites han caído de manera inofensiva, al salirse de su órbita, porque frecuentemente se rompen en pequeñas partes y los pedazos se queman a su reingreso a tierra. Y los pedazos grandes que sobreviven, han tocado tierra generalmente en áreas remotas o en el océano, simplemente porque la superficie de la tierra, tiene más regiones remotas y mares, que áreas pobladas.

Pero este caso es diferente porque el combustible de a bordo del satélite es tóxico. Esta prueba también reabrirá delicadas investigaciones, que implican el desarrollo, prueba y práctica de armas, que podrían utilizarse para interceptar misiles balísticos, así como satélites.

Esta operación involucra a la NASA, al Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento del Estado así como a otras agencias, además del Departamento de la Defensa.

Las ramificaciones diplomáticas, militares y científicas, en parte sucedieron porque los Estados Unidos criticaron a China, el año pasado, cuando Beijing utilizó un satélite difunto como blanco para hacer una prueba de un sistema anti-satélite Los Estados Unidos se han opuesto a celebrar un tratado que coloque armas anti-satélite u otras armas en el espacio. Después de su prueba, los chinos dijeron que no tuvieron ninguna intención de conseguir implicarse en una "carrera espacial", y que su prueba, no fue diseñada para intimidar.

Bajo la Administración del Presidente Bush, los Estados Unidos han confirmado su necesidad de proteger sus intereses en el espacio. Los Estados Unidos derribaron un satélite en septiembre de 1985, como prueba de un sistema anti-satélite que estaban desarrollando. En ese experimento, un avión de combate Águila F-15 disparó un misil armado con un elemento destructivo que chocó con el satélite norteamericano “Solwind”, destruyéndolo.

Más bien que el uso de aproximación, esta vez la Marina de Guerra hará uso de recientes investigaciones dirigidas al campo de la defensa naval contra misiles balísticos, basados en el sistema de radar Aegis y modificaciones al Misil Estándar 3, ampliamente desarrollado como misil antiaéreo.

La destrucción inminente del satélite americano espía, ha producido cierta preocupación de los expertos en cohetes, quienes han especulado que el objeto pudiera contener combustible “hydrazyne” que se utiliza típicamente para impulsar cohetes en el espacio y que sería peligroso para cualquier persona que estuviera en contacto con él en tierra, así como otras sustancias que no serán consumidas por el gran calor que se genere al reingreso.

“Las correspondientes Agencias de Gobierno están supervisando la situación”, dijo Gordon Johndroe, portavoz para el Consejo de Seguridad Nacional, en una declaración en el último enero, cuando el satélite problema se movió de su órbita circular de cerca de 170 millas sobre la tierra. Cuando en el mes anterior, su órbita declinó como 12 millas.

Los especialistas que siguen las operaciones de los satélites espías, han comunicado que el satélite problema, es un dispositivo experimental de imágenes, construido por la Lockheed-Martin y lanzado desde la base de fuerza aérea de Vandenberg en California a bordo de un cohete del Delta II. Poco después éste satélite alcanzó su órbita, los controladores de tierra perdieron la capacidad de controlarlo y no pudieron recuperar sus comunicaciones. "No necesariamente es que esté muerto, sino que está sordo," ha dicho Jonatán McDowell, astrónomo de Harvard del el centro Smithsoniano para la Astrofísica.

John E. Pike, director de Globalsecurity.org en Alexandría, Virginia, dijo en enero que si se asumía que el satélite en cuestión era de hecho un satélite espía, seguramente que él no contendría ningún combustible nuclear, pero que podría contener productos tóxicos, como el Berilio, que frecuentemente es utilizado como marco rígido, para los componentes ópticos. Es más, es posible que cualquier deshecho superviviente, sea esparcido sobre varios cientos de millas cuadradas. Pero si el satélite es destruido antes de caer a plomo a tierra, habría menos ocasión de la que la tecnología americana se vea seriamente comprometida, dijo Mr. Pike y agregó : "nos preocupemos tanto de algo, que bien podría ser mostrado en e-Bay".

Consultado sobre la posibilidad de que los desperdicios pudieran caer en un centro de población, Sr. McDowell dijo que "uno podría decir, que hemos sido afortunados hasta ahora."

El reingreso incontrolado de una nave espacial americana mayor, fue Skylab en 1979. En ese entonces los controladores afortunadamente pudieron cambiar la orientación de la estación espacial abandonada, de 78-ton, para cambiar su punto de entrada y variar la fricción atmosférica. La mayor parte de la nave cayó en el Océano Índico, según lo predicho, pero algunos pedazos sí que viajaron más lejos de lo esperado, cayendo inofensivamente en Australia occidental.
Reportaje de Michael R Gordon (The New York Times)

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