EL CIELO ENCAPOTADO
CARLOS FRESNEDA desde Chicago
6 de febrero.- "Llegó el invierno y la ciudad se volvió monocroma: árboles negros contra el cielo gris, sobre la nieve blanca"... Así describe Barack Obama a su querida Chicago en 'Sueños de mi padre' y así nos la encontramos hoy: ciudad en blanco y negro, desdibujada por la niebla y acuchillada por el granizo.
6 de febrero.- "Llegó el invierno y la ciudad se volvió monocroma: árboles negros contra el cielo gris, sobre la nieve blanca"... Así describe Barack Obama a su querida Chicago en 'Sueños de mi padre' y así nos la encontramos hoy: ciudad en blanco y negro, desdibujada por la niebla y acuchillada por el granizo.
El cielo está encapotado, pero Obama –que nació en Honolulu- se ha aclimatado perfectamente a este clima, mientras Hillary –nativa de Chicago- emigró al sol y a los tornados de Arkansas. Cada cual fue profeta de su tierra adoptiva. Cada cual ganó a su manera.
El 'supermartes' fue al final parada y fonda. La gran batalla empieza ahora, y el tiempo y dinero cabalgan a favor de Obama, a pesar de los nubarrones, a pesar de su voz cansina en esa fiesta pasada por agua en el hotel Hyatt.
Desde que arrancó su campaña 'como un susurro', hace exactamente un año, el ascenso de Obama se ha gestado así: grandes cimas de entusiasmo, seguidas por valles más o menos abruptos, con neblinas como las de hoy en Chicago. Pero en el sur sigue saliendo el sol, y allá va el candidato negro, rumbo a Nueva Orleans, dispuesto a celebrar el sábado su propio 'Supermardi Gras'.
"A todos aquellos que aún dudan les decimos: uníos a nosotros", proclamó Obama desde Chicago. "Subíos a nuestro movimiento si compartís con nosotros el hambre de cambio".
El 'movimiento' aún no ha desbordado los diques del Partido Demócrata, y Hillary y Bill Clinton trabajan a destajo para cubrir las grietas y contener la subida de las aguas. La marea sigue subiendo de momento, aunque los estados costeros de California, Nueva York y Nueva Jersey no se den por enterados. ¿Hasta cuándo?
Y DURAN… Y DURAN…
PABLO PARDO desde Washington
5 de febrero.- Una de las cosas dignas de admiración de los estadounidenses es lo mucho que trabajan. Es el país del mundo con menos vacaciones—por delante de supuestos adictos al trabajo, como Corea del Sur o Japón—, y eso también se refleja en la política. De hecho, en este Supermartes, uno sólo pueda pensar una cosa: todos los candidatos merecen ganar. No por su programa, sino por el esfuerzo que han realizado. En EEUU no existen realmente partidos establecidos (tanto el Republicano como el Demócrata no son más que coaliciones muy laxas). Así que aquí no hay designación a dedo. Y una victoria por 9 votos, aquí no sirve absolutamente para nada.
PABLO PARDO desde Washington
5 de febrero.- Una de las cosas dignas de admiración de los estadounidenses es lo mucho que trabajan. Es el país del mundo con menos vacaciones—por delante de supuestos adictos al trabajo, como Corea del Sur o Japón—, y eso también se refleja en la política. De hecho, en este Supermartes, uno sólo pueda pensar una cosa: todos los candidatos merecen ganar. No por su programa, sino por el esfuerzo que han realizado. En EEUU no existen realmente partidos establecidos (tanto el Republicano como el Demócrata no son más que coaliciones muy laxas). Así que aquí no hay designación a dedo. Y una victoria por 9 votos, aquí no sirve absolutamente para nada.
Eso hace que los candidatos tengan que trabajar como bestias. El día 8 de enero, en el que se celebraban las primarias en New Hampshire, Hillary Clinton (60 años), tenía su primer acto electoral a las 6 de la mañana. El día anterior, John McCain (71 años), había dado 8 mítines. Además, tengamos en cuenta que casi todos ellos llevan prácticamente un año de campaña. Y que hasta los mítines en EEUU son más duros. Porque aquí tienen dos tipos de encuentro con la militancia:
a) El "stump speech", que es simplemente una arenga, digámoslo, a la española;
b) El "town-hall meeting", en donde el público (normalmente, seleccionado, para que esté formado por partidarios del candidato) le hace preguntas al político.
a) El "stump speech", que es simplemente una arenga, digámoslo, a la española;
b) El "town-hall meeting", en donde el público (normalmente, seleccionado, para que esté formado por partidarios del candidato) le hace preguntas al político.
Frecuentemente, para que un candidato gane, tiene que recurrir a los "town-hall meetings". Hillary es una experta en estas reuniones que son, sencillamente, agotadoras. En Nashua, en New Hampshire, la ex primera dama estuvo una hora y 45 minutos respondiendo preguntas del público. Así que ahí estaba una mujer que está tratando de llegar a la Casa Blanca, para tratar de arreglar cuestiones como el tipo de cambio del "renmimbi chino" o el programa nuclear iraní, metida en el gimnasio de una escuela y discutiendo acerca de la crisis del sector de las empresas de celulosa en New Hampshire. Democracia en estado puro...
Y, además, esta agotadora guerra de trincheras electoral va a seguir. Todo parece indicar que hoy tanto Clinton como Obama van a lograr delegados suficientes como para mantener esta locura física y psicológica al menos hasta principios de marzo.
Y, después de todo esfuerzo ¿quién irá a ganar? Por ahora, parece absurdo fiarse de los sondeos, debido a las siguientes razones:
1. Hillary ha pasado de ser inevitable (en noviembre) a estar liquidada (a principios de enero) a ser de nuevo la favorita (a finales de enero) a estar empatada (ahora).
2. McCain ha sido descartado (en septiembre) y ahora tiene la nominación en el bolsillo.
3. Giuliani ha protagonizado uno de los mayores desastres electorales de la historia de las Primarias de EEUU pese a que hace apenas tres meses estaba considerado el virtual candidato republicano.
4. Thompson pasó de ser la gran revelación al gran desastre en apenas un mes.
Así que, vamos a tratar de fijarnos no en quién puede ganar ahora, sino quién podrá ganar el 4 de noviembre próximo.
Así, el periodista John Cassidy ha publicado en la revista económica llamada Portfolio, un artículo sobre cómo hacer enfoques matemáticos, sobre las elecciones presidenciales. Aquí van algunas de sus propuestas:
1. Ray Fair, de Yale, computa el crecimiento del PIB en los tres trimestres antes de las generales y la tasa de inflación en los 15 trimestres previos. El sistema acertó en 1980, 1984, 1988, 2000 y 2004. Según Cassidy, este modelo da la victoria a los demócratas en noviembre.
2. Douglas Hibbs (ex profesor en Goteburgo) ha desarrollado otro modelo llamado 'Pan y Paz', que decide el vencedor basándose en el crecimiento de los ingresos netos per capita en el año anterior a las elecciones. La cifra resultante debe ser corregida en función de las guerras en las que esté EEUU ya que, según Hibbs, por cada 1.000 muertos estadounidenses en combate, la popularidad del presidente cae 0,3 puntos porcentuales. Eso significa que Irak y Afganistán le han quitado a Bush tan sólo 1,35 puntos de popularidad. En otras palabras: que los medios de comunicación hemos dado una importancia a Irak que no se corresponde con la actitud del estadounidense medio (hay otros estudios que muestran lo contrario). De acuerdo al modelo de Hibbs, la clave para saber quién será el vencedor en noviembre está en la profundidad de la actual ralentización de la economía de EEUU.
3. Alan Abramowitz, de Emory, juega con tres factores: el crecimiento del PIB en los dos primeros trimestres del año en el que se celebran las elecciones, la popularidad del presidente en el mes de junio de ese año y un factor en favor del cambio si el mismo partido ha estado en la Casa Blanca durante 8 ó más años. Huelga decir que, según Abramowitz, McCain no gana las elecciones ni a tiros.
Existen muchos más modelos. Pero éstos parecen ser los más curiosos porque dan mucha importancia a la economía, que es el factor decisivo en estas elecciones. Aunque ya se sabe que la Ciencia Económica no siempre acierta. Al fin y al cabo, de acuerdo a las teorías económicas al uso en EEUU, este país debería tener el mejor sistema sanitario del mundo. Y, en realidad, su tasa de mortalidad infantil está a la altura de Eslovaquia y por encima de las de, por ejemplo, de Cuba, de Malta y, por supuesto de España. Toda una desgracia para una gente tan trabajadora como los americanos. Y algo que, probablemente, no se solucione, ni siquiera tras estas elecciones.
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