mayo 15, 2008

As Bruxas e as meigas



Para la cultura de aldea gallega, no hay en realidad gran diferencia entre bruxa (bruja) e meiga (hechicera). En cualquier caso ambas están dotadas de un extraordinario poder diabólico, aunque la creencia general era que las meigas son “mejores personas” que las brujas, quizás por su carácter marcadamente doméstico. Se creía que las brujas no volaban, sin embargo las meigas sí, y ellas acudían todos los sábados al “aquelarre” a caballo montadas en sus escobas (vasoiras).


Las brujas vivían entre sus moradas y los bosques; sus conocimientos eran de carácter hereditario. Se ve que éstas solo tenían descendencia femenina ya que la figura del bruxo (brujo) es otra cosa bien distinta. Podían convertirse en insectos a la hora de cometer sus fechorías. Para evitar el mal y la influencia de las brujas, las mujeres llevaban consigo una cabeza de ajo, un higo silvestre o un cuerno de vacaloura (ciervo volador), y los hombres se sacaban la falda de la camisa por fuera de los pantalones para espantarlas.

Fue durante los siglos XVI y XVII cuando la santa inquisición condenó a gran número de mujeres por realizar prácticas de brujería. A causa de la persecución a que fueron sometidas y a las torturas, acabaron confesando sus, seguramente inexistentes, pactos con el diablo.

Las que, sin lugar a dudas, existieron en Galicia fueron mujeres dotadas de una gran capacidad de persuasión, de embaucamiento o grandes conocedoras del comportamiento humano y que aprovechaban estas dotes para su utilización para hacer mal o bien a su antojo y conveniencia.

En algunos lugares de Galicia se dice que las brujas o meigas recitan una especie de suerte cuando se dirigen a las reuniones (aquelarres): “Por encima dos silveiros e por debaixo das carballeiras...” para que nada les detenga en su vuelo.

Es de gran tradición en la superstición gallega, la figura de la escoba, ya que las brujas las utilizaban para desplazarse en grandes viajes los sábados, especialmente la noche de San Silvestre y la de San Xoan, o para colarse por las chimeneas en busca de sus víctimas. Hay quien hoy en día tiene por mal agüero barrer la casa de noche o dejar la escoba detrás de la puerta de la entrada a la vivienda. Sin embargo es de uso frecuente el hacer una cruz con la escoba de barrer el horno y la pala de recoger el pan, para que la cocción salga crecida y abundante, y a la vez para que los campos siguieran dando cosechas abundantes de trigo. También existe el hábito de colocar la escoba detrás de la puerta con el mango hacia abajo para evitar el mal de las brujas.
Esto también se hacía cuando se tenía una visita molesta en la casa para que se marchase lo antes posible.

Algunos autores escribieron que los sortilegios, el mal de ojo y los maleficios en general eran un acto de fe dudosa, ya que la propia debilidad de la fe misma, era la que hacía a la mente inventarse falsos males y creencias. Seguramente, al igual que pudo ocurrir con las creencias en la Santa Compaña, fueron las grandes necesidades de nuestros antepasados, la incultura y el subdesarrollo de largo tiempo los que alimentaron todo tipo de bulos, supersticiones y brujerías o meigallos

En cualquier caso, como no siempre es fácil distinguir entre el mal de las meigas y el bien de los hombres, dejaremos aquí una de las frases más conocidas en el arraigo popular gallego: “Eu non creo nas meigas pero habelas ainas”.

La palabra meiga viene del latín magicus y se emplea en Galicia y en las provincias de León y Asturias, (sobre todo en Galicia), con el significado de "persona de poderes extraordinarios o mágicos y que puede pactar con el diablo". En muchos aspectos son el equivalente a las brujas.

En Galicia se emplea con más precisión la palabra meiga que la palabra bruja. Las meigas son criaturas viejas, grandes y ruines, que generalmente vuelan a caballo de una estaca de las que se usan en los laterales de las carretas o carros (llamadas estadojo). Se dice que hay un gran número de ellas, cada una dedicada a ocasionar un mal diferente. Las llamadas meigas-chuchonas (o chupadoras) son las peores y se presentan con distintas caras o caretas.

Para defenderse de ellas y de sus hechizos existen otros tantos amuletos que pueden colocarse en las casas o colgarse del cuello del afectado, al tiempo que se escriben o se recitan unas frases especiales para atacar el encantamiento. Los amuletos son conocidos en Galicia desde tiempos pretéritos, fabricados con distintos materiales (barro, azabache, cerámica), y cada uno tiene asignado su nombre específico. La figa (higa) es uno de los más antiguos, especialmente recomendado contra todas las meigas. Uno de los amuletos más recientes es el llamado virandeira que sirve para defenderse de los automóviles y de sus conductores.

La popular la frase, "Eu non creo nas meigas, pero habelas hainas" ("Yo no creo en las brujas, pero haber, las hay"), resume a la perfección el equilibrio del carácter gallego entre lo práctico, la incredulidad y el misticismo.

El meigallo es el hechizo; para librarse de él se pronuncia esta sentencia, o "Desconjuro": "¡San Silvestre!" y ya está...

No hay comentarios:

 
http://www.goear.com/files/external.swf?file=aef97f6" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132">