
Los vehículos de exploración en Marte "Spirit" y "Opportunity" cumplirán en enero cinco años de trabajo ininterrumpido, tras superar las inclemencias del planeta y el plazo de vida útil de sólo tres meses que les dieron los científicos de la NASA.
Tener "Calidad Personal" es camino al progreso
No todas las noticias científicas arrancan de una ocurrencia genial o de una pizarra repleta de fórmulas indescifrables. La historia de la primera obtención del genoma de un animal extinguido comenzó con el hallazgo de un mamut congelado en algún lugar de la Siberia más septentrional. Y ha finalizado hoy con la publicación en la revista Nature de la secuenciación del material genético (ADN nuclear) del "mamut lanudo", animal que se extinguió hace más de 3.500 años.
Hace pocos días falleció Michael Crichton, autor del libro de ciencia ficción 'Parque Jurásico', y es inevitable que esta investigación nos traiga a la cabeza a este escritor. En la célebre novela, así como la adaptación cinematográfica que dirigió Stephen Spielberg, el ADN procedía de la sangre que albergaba un mosquito fosilizado en ámbar tras picar a un dinosaurio. En el caso real del genoma del mamut, la clave ha estado en los restos de pelo del animal, una magnífica fuente de material genético.
La investigación abre la puerta a la posibilidad de rescatar de la extinción al mamut lanudo. Sin embargo, queda aún muy lejos para la Ciencia actual. Stephan C. Schuster, uno de los autores principales de la investigación, mencionó los posibles avances que puede traer consigo la última revolución protagonizada por Craig Venter tras crear por primera vez un cromosoma totalmente sintético. «Alguien como Venter puede desarrollar una forma rápida de transformar el genoma del mamut que nosotros tenemos en el ordenador en cromosomas completos».
Ese sería el primer paso. Después también habría que averiguar cuántos cromosomas tenía el mamut (aunque sean parientes, no son necesariamente los mismos que los del elefante, como demuestra el hecho de que el chimpancé, tiene un par de cromosomas más que el ser humano) y albergarlos en un óvulo que pudiera llevarlo a cabo. Por el momento, esto tan sólo es ciencia ficción.
Con pelo de mamut hallado en Siberia, se ha extraído el ADN con el que se ha secuenciado el genoma del animal. «Una secuencia genética no hace a un organismo vivo», afirma Jeremy Austin, director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida (Australia), «tenemos una secuencia parcial del genoma del mamut y con un número considerable de errores, sería como tratar de construir un coche con el 80% de las piezas y sabiendo que algunas están rotas».
La apreciación de Austin es muy acertada, ya que la investigación ha descifrado de forma completa solo entre el 70 y el 80% del genoma del mamut. «Nosotros alineamos las secuencias que teníamos con la parte disponible del genoma de un elefante africano (Loxodonta africana), de esa forma sabemos dónde colocar cada pieza de la secuencia», cuenta Schuster. Debido a la enorme similitud entre los genomas de los diferentes vertebrados, cuya carga genética ya se conoce –entre ellos el ser humano–, los fragmentos ausentes han sido deducidos por comparación con otros organismos.
El procedimiento empleado ahora por los investigadores, es algo diferente del empleado en el Proyecto Genoma Humano. Casi cualquier muestra biológica, está de alguna forma contaminada por bacterias, hongos u otro tipo de microorganismos, aunque esta haya permanecido congelada a 20 grados bajo cero, durante alrededor de 20.000 años, como lo estuvo la muestra principal utilizada para el trabajo. Sin embargo, eso no fue un problema para los científicos. La técnica utilizada permite obtener un extracto de todo el ADN presente en el pelo del mamut, romperlo en pedazos y separar después, mediante un proceso informático, el perteneciente al animal del Pleistoceno, de aquel procedente de otros organismos microscópicos.
Una vez separado, llega el momento de ordenar el material genético perteneciente al mamut. Para ello, se usa el genoma del elefante como patrón, lo que permite averiguar, como se ha comentado más arriba, que la muestra contiene entre un 70 y un 80% del genoma completo. El resto se infiere mediante complejos procedimientos comparativos.
La divergencia entre la carga genética del mamut y del elefante, es la mitad que la que existe entre el chimpancé y el ser humano, lo cual ha permitido conocer la distancia evolutiva que separa al mamut de su pariente vivo más cercano. Según los propios autores, ambos grupos han permanecido separados y evolucionando por caminos diferentes durante más de 1,5 millones de años. Una distancia evolutiva que quizá haga imposible que se alcance el sueño de revivir al "mamut lanudo" después de milenios de extinción.
Un equipo franco-español traza el primer mapa geológico de la cadena montañosa.
La cartografía incluye el primer mapa de los episodios climáticos más recientes en la zona.
Desnudar a las montañas y perfilar la silueta de las rocas que la forman, no es tarea fácil. Y mucho menos reconstruir las condiciones climáticas en torno a esas montañas durante el Cuaternario, el pasado más inmediato que, aunque inmediato a escala geológica, comenzó hace 2,5 millones de años. Por eso, geólogos franceses y españoles han considerado que era de interés trazar el primer mapa de los Pirineos que incluyeran estos datos.
Los responsables del proyecto aseguran que "no hubo riesgo para las personas"
Actualizado sábado 20/09/2008 19:34 (CET) ELMUNDO.ES AGENCIAS GINEBRA.-
El Gran Colisionador de Hadrones (LHC), que comenzó a funcionar el pasado día 10 en lo que se considera el experimento científico más caro y ambicioso de la Historia, estará fuera de servicio durante al menos dos meses debido a una fuga de helio, según ha informado el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN).
En una nota, el CERN ha señalado que el viernes se produjo una fuga de helio en un sector del túnel del LHC, debido al parecer a una conexión eléctrica defectuosa entre dos imanes, lo que causó un fallo mecánico. "En ningún momento hubo riesgo para las personas", según el CERN, que señaló que se ha abierto una investigación completa sobre el incidente. Las reparaciones implicarán un retraso de "un mínimo de dos meses" en las operaciones del LHC, según el comunicado.
El escape de helio obligó a los responsables de la instalación a llamar a los bomberos para comprobar que la situación estaba controlada y no existía peligro de incendio. «Estamos disgustados porque dos meses supone un retraso bastante largo y teníamos ya muchas ganas de obtener los primeros resultados del experimento», ha declarado a elmundo.es María Chamizo, una científica española que participa en las investigaciones del LHC. «Pero son cosas que inevitablemente pasan a veces en una máquina tan compleja como ésta, así que no hay más remedio que asumirlo y tener un poco más de paciencia hasta poder empezar a ponernos a trabajar en serio», señaló esta investigadora, en conversación telefónica desde Ginebra.
La reparación de la avería será muy compleja y costosa, según ha reconocido James Gillies, el Director de Comunicación del CERN. Hay que tener en cuenta que el LHC sólo puede alcanzar su extraordinaria potencia si los imanes de los que se compone el interior del túnel subterráneo se encuentran a una temperatura de -271 grados bajo cero. El fallo del pasado viernes, sin embargo, provocó una subida de temperaturas de hasta 100 grados en un centenar de imanes cercanos a la zona donde se produjo el fallo electricó que desencanenó la avería. «Estamos todavía investigando las causas del incidente, para determinar el origen del problema», ha explicado Gillies. «Pero lo que sí sabemos con toda seguridad es que tardaremos al menos dos meses en resolver el problema, ya que primero tendremos que volver a calentar toda la máquina, reparar el fallo, y volver a enfriarla de nuevo».
Éste no es el primer contratiempo que sufre el acelerador de partículas. La semana pasada, un grupo de 'hackers' griegos logró introducirse en la red informática del LHC, para demostrar la vulnerabilidad de la instalación. En el LHC, un túnel circular de 27 kilómetros entre Francia y Suiza, los científicos del CERN pretenden recrear las condiciones del 'Big Bang' mediante la colisión frontal de partículas a la velocidad de la luz.
Uno de los grandes objetivos es descubrir el hipotético bosón de Higgs, llamado por algunos "la partícula de Dios", cuya existencia se considera indispensable para explicar por qué las partículas elementales tienen masa y por qué las masas son tan diferentes entre ellas. El túnel ha costado dos décadas de trabajo en su diseño y construcción y ha supuesto una inversión de 4.000 millones de euros. El objetivo es reproducir las condiciones que existían inmediatamente después del 'Big Bang', con la intención de desentrañar los grandes enigmas que siguen rodeando a la naturaleza de la materia, e identificar con más certeza que nunca los ladrillos fundamentales de los que se componen las estrellas, los planetas y nosotros mismos.
La idea, por estrambótica que parezca, se está llevando a cabo en la Universidad de Reading, en el Reino Unido, y se basa en la posibilidad de usarcélulas cerebrales de animales para impulsar autómatas, algo que ya se había logrado con anterioridad con el fin de explorar los límites de la robótica.
El hardware del robot recuerda a un cubo para fregar y está provisto de varios pares de ojos, lo que le da un aspecto amigable y zoomorfo. Aparentemente, sus movimientos son torpes y algo alocados, al estar dirigidos por los impulsos eléctricos que emite el cultivo neuronal.
Compuesto por unas 300.000 células extraídas de fetos de rata, este cultivo no es más que una suerte de puré en el que las neuronas fueron tratadas hasta quedar totalmente disociadas unas de otras. Es decir, se eliminó todo vestigio de las redes y estructuras propias de un cerebro real.
Un sistema de electrodos se encarga de recoger las señales eléctricas que emite el caldo neuronal, las cuales se convierten en órdenes para que el robot aumente o reduzca la velocidad y se dirija en una u otra dirección. A su vez, el autómata envía señales de vuelta al cultivo que lo dirige, de forma que las neuronas experimentan distintas reacciones y crean conexiones entre sí.
Según las experiencias que viva el robot, la estructura del cultivo se modifica y surgen nuevas redes, por lo que los científicos pueden estudiar este mecanismo en su expresión más básica posible.
«Una de las cuestiones fundamentales a la que se enfrentan los científicos hoy es cómo relacionar la actividad individual de las neuronas con las complejas conductas que observamos en organismos enteros. Este proyecto nos ofrece una oportunidad única de observar algo que podría exhibir conductas complejas, pero todavía permanece unido estrechamente a la actividad de neuronas individuales», explica Ben Whalley, investigador de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Reading y uno de los directores del estudio.
Los científicos ya han logrado que el robot, y con él las células de rata, aprendan a esquivar ciertos obstáculos de un circuito, y el siguiente paso será que empiece a entender su entorno y a identificar algunos objetos. Cuando el robot encuentra un obstáculo, envía señales al cultivo neuronal, y los estímulos que éste experimenta se usan a su vez para enviar de vuelta órdenes al robot, de forma que este aprende a moverse sin chocar.
«Este nuevo estudio es muy emocionante porque, en primer lugar, el cerebro biológico controla su propio cuerpo robótico, y además nos permitirá investigar cómo el cerebro aprende y memoriza sus experiencias. Esta investigación permitirá avanzar en nuestra comprensión sobre cómo funciona el cerebro, y podría tener un profundo impacto en áreas de la ciencia y la medicina», asegura Kevin Warwick, conocido creador de robots y codirector del proyecto desde la mencionada universidad.
En 2003, un equipo dirigido por Steve Potter, del Instituto Tecnológico de Georgia, dio el primer gran paso en este área con la creación de un brazo robótico que podía sostener un pincel y dar brochazos sobre un lienzo, impulsado por un cultivo neuronal de ratas.
En ambos experimentos, los cultivos han de permanecer en una habitación distinta, con la temperatura y condiciones adecuadas para mantener en buen estado el cultivo de tejido vivo. De hecho, en el caso del robot de Potter, las neuronas se encontraban en EEUU y enviaban vía internet sus impulsos al robot, que se hallaba en Australia.